Este año el cartel ha sido diseñado por el ilustrador Alfonso Zapico, Premio Nacional de Cómic en 2012.
El pregón de esta celebración, promovida por la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil es obra del escritor Gonzalo Moure (Premio Cervantes Chico 2017). Es el siguiente:
EL DÍA DE LA LUZ
Vengo del desierto del Sáhara, de
inaugurar una biblioteca. Está en Dajla, el más alejado, el más olvidado de los
cinco campamentos de refugiados saharauis. Es la cuarta biblioteca que
construimos, y es preciosa. En el centro hemos plantado árboles, para que los
niños y los jóvenes del Sáhara puedan experimentar el gozo de sentarse a su
sombra a leer un libro. No queremos que esa biblioteca sea ningún “templo de
silencio”, sino más bien un espacio para del sonido, para el ruido. Una
biblioteca que ya es el lugar más hermoso del campamento. Un espacio para
desear ir a buscar lectura, pero también amistad, sueños compartidos. Incluso
amor. Un lugar en el que enamorarse mirando unos ojos por encima de un libro.
Porque al fin y al cabo, la biblioteca es el lugar en el que se descubre al
otro, de papel o de carne.
En una película inolvidable, la
mejor película de ciencia ficción de la historia, 2001, una odisea del espacio,
aparece un monolito cada vez que el hombre se dispone a dar un salto
cualitativo. Kubrick, su director, debería haber puesto un libro en su lugar.
Porque han sido los libros los que han marcado el ritmo de los cambios del ser
humano. Porque el libro es el laboratorio del hombre, el lugar en el que se
experimenta con emociones, descubrimientos, utopías, apuestas. Somos lo que
somos porque hemos pensado y escrito sobre cómo ser y sobre cómo no ser. Y
seremos lo que pensemos, lo que piensen y escriban las próximas
generaciones.
Así que una biblioteca no es solo
un lugar en el que invitar a leer, sino también, o por eso, un lugar en el que
invitar a escribir. Las bibliotecas del siglo XXI son, pueden ser, tienen que
ser el semillero de nuevas novelas, nuevos monolitos, mojones de nuestro
futuro. Si el siglo XX fue sin duda el siglo de la lectura, el siglo XXI puede
llegar a ser el siglo de la escritura, ya lo está siendo.
Por todo eso construimos
bibliotecas en los campamentos del desierto. Porque no son solo para los
saharauis. Las paga nuestra sociedad civil, mediante socios adultos, y mediante
actividades solidarias en colegios, institutos y bibliotecas. Y los alumnos y
lectores que las sufragan se hacen conscientes de lo extraordinario que es
tener una biblioteca, aprenden a valorar la suya, a defenderla. Cada biblioteca
del desierto tiene detrás a miles de niños, jóvenes y adultos que la han hecho
posible con su pequeño esfuerzo. Sumando. Cada lector saharaui tiene a su lado
a miles de lectores, más conscientes de la importancia de una biblioteca,
porque con su trabajo se ha construido una, en un clima y un lugar tan
hostil.
Piensa en tu biblioteca. Hubo un
día en el que esa biblioteca no existía. Alguien la soñó, luchó por ella, la
llenó de libros y también de sueños. Hazte del equipo de ese alguien que la
hizo posible, lucha por un mundo en el que no haya un ser humano que no tenga
cerca una biblioteca, o un amoroso bibliobús. Que no haya un solo niño, joven o
adulto, que no roce la mano de una bibliotecaria que le aconseje, que le
oriente en el laberinto. Que es lo mismo que decir que no haya un solo ser
humano conectado a lo que fue, lo que es y lo que será.
En tu mano hay millones de manos,
estrechando la tuya, acompañándote en el camino. Tiernas o callosas, pequeñas o
grandes. En el libro que te espera en la mesilla de noche o junto al sofá, hay
millones de libros. Ingenuos o complejos, humildes o lujosos. Pero todo
preciosos. Conectados todos por un invisible hilo de plata que une mano con
mano, estantería con estantería, un hilo inacabable y luminoso. Inacabable, y
así sea. Hoy es el Día de la Biblioteca, que es lo mismo que decir El día de la
Luz.
Feliz día, feliz siglo.