Google+ Nosololibros: octubre 2008

viernes, 31 de octubre de 2008

El color de las palabras



¿Quién no recuerda el célebre soneto de las vocales de Rimbaud? En él aparece la sinestesia, la mezcla de sensaciones de distintos sentidos, adjudicando un color (visual) a cada vocal (sonora).

SONET DES VOYELLES

A noir, E blanc, I rouge, U vert, O bleu : voyelles,
Je dirai quelque jour vos naissances latentes :
A, noir corset velu des mouches éclatantes
Qui bombinent autour des puanteurs cruelles,
Golfes d'ombre ; E, candeurs des vapeurs et des tentes,
Lances des glaciers fiers, rois blancs, frissons d'ombelles ;
I, pourpres, sang craché, rire des lèvres belles
Dans la colère ou les ivresses pénitentes ;
U, cycles, vibrement divins des mers virides,
Paix des pâtis semés d'animaux, paix des rides
Que l'alchimie imprime aux grands fronts studieux ;
O, suprême Clairon plein des strideurs étranges,
Silences traversés des Mondes et des Anges :
- O l'Oméga, rayon violet de Ses Yeux !

SONETO DE LAS VOCALES

A negra, E blanca, I roja, U verde, O azul: vocales,
algún día diré vuestro origen secreto;
A, negro corsé velludo de moscas relucientes
que se agitan en torno de fetideces crueles, golfos de sombra;
E, candor de nieblas y de tiendas, lanzas de glaciar fiero,
reyes blancos, escalofríos de umbelas;
I, púrpura, sangre, esputo, reír de labios bellos
en cóleras terribles o embriagueces sensuales;
U, ciclos, vibraciones divinas de los mares verduzcos,
paz de campo sembrado de animales,
paz de arrugas que la alquimia imprimió en las frentes profundas;
O supremo clarín de estridencias extrañas, silencio
atravesado de Angeles y de Mundos;
O, la Omega, el reflejo violeta de sus Ojos!


Ahora nos encontramos con Cimbolism (vía: Isopixel) un proyecto que pretende cuantificar la relación entre colores y palabras. Su intención es servir a diseñadores a la hora de escoger los colores representativos de una imagen. Pero para nosotros supone una encuesta interesante sobre qué asociaciones son las más frecuentes. La web ofrece los resultados de las palabras y permite naturalmente que cada visitante vote por sus asociaciones sinestésicas.




Además de aportar nuestros votos, podemos consultar los resultados, bien observando qué palabras se asocian al color que queremos, o al revés, qué colores se asocian a la palabra que buscamos.
En las imágenes podéis ver las palabras más frecuentemente asociadas al naranja (color de nuestra cabecera) y los colores generalmente asociados a la palabra biblioteca. Bueno, no es el más frecuente, pero está dentro del espectro.

Y no te pierdas:

Biblioteca en 3D.
Para comprender a Machado.
Hiperfoto de la biblioteca ideal.
¿OT en la biblioteca?

jueves, 30 de octubre de 2008

La biblioteca tiene todas las preguntas


Sí, son las preguntas de la vida que vimos hace tiempo en el Perro Mistetas. Pensamos que podríamos darle respuesta, pero es imposible, no las hemos hallado. Aquí las exponemos porque constituyen todo un reto para la humanidad. Buscad en los libros, en internet, no desfallezcáis, porque es muy difícil darles una respuesta que no sea...SONREIR.



1.- ¿Por qué el pan de molde es cuadrado, si el chóped, el salami y la mortadela... son redondos? ¿Quién tiene la culpa de esto, los tranchetes?


2.- Por qué, cuando te duele una herida, siempre llega alguien que te dice: ¿Te duele? Eso es que se está curando... Que me imagino a Jesucristo con los clavos, y la Virgen: ¿Te duele? Fenomenal, en tres días vas a estar como nuevo...


3.- ¿Por qué en las películas de miedo siempre aparece una puerta cerrada de la que sale mucha luz por las rendijas? ¿Qué hacen los espíritus ahí detrás, fotocopias?


4.- ¿Por qué cuando yo compré el piso, a mí no me dieron la canica que tienen los demás vecinos (pero todos) y que se les cae o la echan a rodar a partir de las doce de la noche?


5.- ¿Por qué cuando llegamos a lo alto de una montaña nos ponemos las manos en la cadera?


6.- ¿Por qué abrimos la boca cada vez que miramos al techo?


7.- ¿Por qué nos da por ir a la nevera cada cuarto de hora si siempre hay lo mismo?


8.- ¿Por qué si nunca usamos las páginas amarillas,cuando las ves en el portal te pones contentísimo y, de hecho, piensas en cogerlas todas?


9.- ¿Por qué cuando nos sonamos los mocos abrimos el pañuelo y miramos lo que hemos echado? ¿Qué esperamos encontrar? ¿Berberechos?


10.- ¿Por qué cuando nos cuelgan el teléfono nos quedamos mirándolo como si el teléfono tuviera la culpa?


11.- ¿Por qué cuando nos llaman al móvil sentimos la necesidad irrefrenable de ponernos a andar de un lado a otro?


12.- ¿Por qué cuando estamos en un lugar alto nos obsesionamos con ver nuestra casa? 'Mira, mira ahí, al lado del edificio rojo...'


13.- ¿Por qué cuando echamos una carta al buzón no podemos evitar mirar por la ranura e investigar qué hay dentro? ¿Qué esperamos encontrar? ¿Un cartero enano?


14.- ¿Y por qué abrimos los ojos cuando estamos a oscuras? ¿Qué creemos? ¿Que tenemos superpoderes?


15.- ¿Por qué nos da tanta vergüenza quedarnos en calcetines cuando vamos a una zapatería? ¿Por qué en cuanto nos traen el calzado que hemos pedido nos lo ponemos a toda leche?


16.- ¿Por qué hay tanta gente que cuando come un helado de cucurucho, a la mitad, muerden el piquito de abajo? ¡¡Si saben que por ahí les va a chorrear!!


17.- ¿Por qué nos hace tanta gracia que se nos quede la marca del reloj cuando nos ponemos morenos y se lo decimos al de al lado 'Mira, se me ha quedado la marca, parece que llevo reloj, pero no'?


18.- ¿Porqué cuando un aparato eléctrico no funciona no se nos ocurre otra cosa que apretar con más fuerza el botón de encendido?


19.- ¿Por qué cuando alguien se va a poner gotitas en los ojos abre la boca de esa manera tan extraña? ¡Es colirio, no tequila!


20..- ¿Por qué cuando cogemos una caja de medicamentos, por muchas vueltas que le demos, siempre la abrimos por el lado que no es y aparece el prospecto, ahí, doblado?


21.- ¿Por qué cuando vas de viaje te sientes culpable si no visitas los museos?


22.- ¿Por qué cuando nos enfadamos nos cruzamos de brazos? ¿Qué ganamos con ello?


23.- ¿Y por qué elegimos siempre las bodas para dar a conocer a nuestros padres que fumamos?


24.- ¿Y por qué cuando tenemos miedo nos metemos debajo de las sábanas? ¿Creemos que así un cuchillo no atraviesa la sábana?


25.- ¿Por qué has mirado al techo al leer la sexta pregunta?



Y no te pierdas:

miércoles, 29 de octubre de 2008

Libros pop up virtuales


Metaio presentó en la Feria del Libro de Frankfurt 2008 su libro 3D virtual. Su tecnología de realidad aumentada consigue reproducir en el ordenador un objeto en 3D con la ayuda de una webcam partiendo del papel.




Esta tecnología de realidad aumentada comenzó a partir de la reproducción de códigos como los de esta enciclopedia en 3D.

En el siguiente vídeo podemos ver la tecnología más avanzada aplicada ya a las revistas.



¿Qué será lo próximo?



Vía: Genbeta

Y no te pierdas:

Por qué el papel venció a la pantalla.
Papel y tecnología.
La pantalla de papel.
Lector digital.
Una novela animada.
El libro conquista el espacio.
El bucle virtual.
El futuro pasa por MORPH.
Futuro del libro. noticias de la resistencia.

Análisis de la publicidad


Fuente de vídeo: Ateneu popular.


Después de ver al anuncio, conteste a la siguiente pregunta:

¿Por qué aparecen los libros en este anuncio publicitario?

1. Porque la mayor parte de la gente lee en el coche.
2. Porque el libro va unido a la idea de "estar preparado".
3. Porque el libro es un músculo.
4. Porque es imposible que un cachas coja un libro y eso llama la atención.
5. Porque en las bibliotecas y librerías se liga mucho.
6. Porque el libro siempre da buena imagen cuando hay que darla mala.
7. Porque los libros son como los coches: fuertes, inteligentes, te llevan a todos lados y van sobre ruedas.

Y no te pierdas:

Ejercicios de comprensión lectora.

Ejercicios de comprensión lectora: la bebida.

Comprensión lectora: pruebas de diagnóstico.

Normas para pisar las estadísticas.

Estudio de la parodia.

martes, 28 de octubre de 2008

Juego sólo para listillos

¿Tú te crees muy listo? ¿te crees que los sabes todo? Pues lo admito: al llegar a la pregunta 17 no supe responder a quién busca el protagonista de la novela El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Si ahora mismo estás pensado cómo es posible que no lo sepa es que eres un listillo y este es tu juego. Hala, en marcha.

Listómetro (visto en el blog de los listillos de genbeta) es un juego de preguntas y respuestas organizado por temas como si fuera el trivial. La característica fundamental es que es muy intransigente y no aguanta ni un fallo. A la primera falta: fuera, empezar de nuevo.
Presenta sus listas y listos de listos y listas según las materias y permite a los usuarios subir preguntas con sus respuestas de forma que lo mejor para ganar es poner uno mismo las preguntas.
Una buena herramienta para repasar o aprender contenidos sobre la asignatura que nos interese y para volcar las actividades del alumnado, bien como jugadores o como redactores de preguntas.
¡Qué listo el que inventó el juego!

Y no te pierdas:

Sopa de letras en inglés con fotos
.
Premio Andalucía Interactiva.
Jugar a vender libros.
Reglas para distinguir la realidad de la ficción: juegos por ordenador.
Nintendo DS para la biblioteca.

lunes, 27 de octubre de 2008

Generadores para bibliotecarios modernos



¿Eres un bibliotecario moderno y te sorprende el lenguaje que utilizan los grandes gurús?¿te maravillan las frases que usan aunque no dicen nada e incluso no sepas lo que significan?¿harto de escuchar siempre los mismos con las mismas ponencias?
Pues has encontrado el lugar que estabas buscando, porque hoy traemos dos generadores que te serán útiles (no estaban pensados para bibliotecarios -¡quién iba a pensar en bibliotecarios, dios!- pero tanto da).

El primero es un generador de verborrea que bien puedes usar en tu propio blog para esos días en que no sabes qué escribir.

Mirad qué frases más resultonas hemos conseguido sólo con darle a un botón:

"...sistematizar iniciativas de re-posicionamiento..."

"...optimizar redes con interactividad..."

"...visualizar arquitecturas de convergencia ..."



Y si quieres ya dejar atónito al auditorio del próximo congreso, presenta una ponencia (no hace falta que la escribas, cópiala de internet) y pulsa la tecla de este generador de títulos de ponencias para que figure en el programa. Oye, tú, tremendo el resultado; lee, lee:

La yuxtaposición postcontemporánea contra el Tercer Misterio de Lourdes: una decadencia constructivista.

El proceso neosurrealista contra los manuscritos del mar muerto: una dialéctica dimensional.

El destino postrevolucionario o Frodo Bolsón: una deducción modernista.


Es que las TICs ayudan mucho para que todo siga igual.


Y no te pierdas:

Ejercicios de expresión escrita.
Ejercicios de escritura: el final.
Una novela anidada.
El palimpsesto urbano.
Ejercicios de expresión escrita: el retrato femenino.

domingo, 26 de octubre de 2008

La Fundación Germán Sánchez Ruipérez presenta una decepcionante Biblioteca Escolar Digital


La Fundación Germán Sánchez Ruipérez ha presentado la Biblioteca Escolar Digital que el CITA (Centro Internacional de Tecnologías Avanzadas) ha desarrollado. Aunque el proyecto promete tanto por su nombre como por la publicidad con la que se le presenta, la verdad es que los resultados son más que decepcionantes.
El nombre resulta demasiado ampuloso para describir en realidad de qué se trata: un simple y llano directorio de recursos en internet. La FGSR ha tomado los recursos externos -por ahora casi todo el CNICE, por ejemplo-, los ha catalogado y los ofrece al usuario en búsquedas o presentanciones. Aunque distaría de ser una biblioteca digital (de biblioteca virtual ya ni hablamos), este trabajo llegaría a ser útil al menos si los recursos fueran numerosos y la usabilidad de la página adecuada, sin embargo, no ocurre así. Se habla de 1500 enlaces, o sea, una verdadera nadería en el internet actual; ni aunque fueran 15000 la cantidad de objetos disponibles tendríamos siquiera la cantidad de objetos educativos físicos que tenemos por ejemplo en nuestro Instituto. ¿Es esto lo que se espera de una Biblioteca Digital? No, de una biblioteca que se llame así, se esperan objetos propios -no sólo enlaces externos, aunque también- en un número considerable para una institución que aspira a alcanzar un público universal en el idioma español. En cuanto a la usabilidad, encontramos dificultad para echar marcha atrás en alguna de las páginas, etiquetas sin vínculo o superposición de ventanas solapadas que dificultan la navegación. No digamos ya el desconocimiento absoluto de las enseñanzas de Google -buscador más exitoso por alguna razón- usando un diseño complejo y frío muy propio de la FGSR, lleno de grafismos y redundancias. Dudo mucho que hayan testado el sitio con alumnos y profesores.
Los resultados de las búsqueda pueden consultarse en retícula dinámica con una aplicación flash, algo que ya hemos visto en otros buscadores y que por supuesto no es original. La retícula incluye datos y metadatos sobre los objetos digitales, de manera que la navegación por el árbol resultante llega a ser frustrante como uno no se controle ya que normalmente nos llevará a un callejón sin salida (agotamiento de las ramas sin más) o a una búsqueda caótica (de icono en icono vacío). Sorprende la gran cantidad de búsquedas con resultado cero. Cierto que estará empezando, pero en ese caso podrían haber esperado a ofrecer un servicio adecuado y sobre todo, no disparar una publicidad exagerada que comparada con la realidad resulta ridiculizadora, como este fragmento con que el aula de El Mundo nos la presenta:

TEXTO LITERAL APARECIDO

La clave del éxito

Por tanto, los profesores que entren en www.bibliotecaescolardigital.es tendrán en la BED la clave del éxito para impartir sus clases. Utilizando objetos digitales sus lecciones serán magistrales, motivadoras y dinámicas, ofreciendo un valor añadido a la materia curricular. Los alumnos de cualquier edad encontrarán en la BED su espacio, ese lugar de visita diaria obligada a la hora de realizar sus tareas escolares, repasar conceptos y satisfacer sus necesidades educativas.

Y los padres y madres tendrán a su disposición la mejor guía de orientación que puedan encontrar en el momento en que sus hijos les recuerden que la educación también es cosa de ellos.La BED será presentada a profesores y alumnos de los cinco centros educativos de Peñaranda de Bracamonte, entre los días 27 y 30 de octubre de 2008.

[La negrita es mía]

La expresión hiperbólica hace suponer o que anuncian la Biblioteca Digital de la FGSR sin haberla ni mirado o que se trata simplemente de un fragmento de publicidad que se les ha dejado caer en la información.

Pero si decepcionantes son las búsquedas de objetos, no lo es menos la de enlaces. Esta parte, que sería la más fácil del directorio, tiene menos utilidad que el directorio de un aficionado (un aficionado a la enseñanza, claro), delicious por supuesto es más recomendable y útil. Por ejemplo, si entramos en Ciencias de la Naturaleza, nos ofrece enlaces como las páginas de inicio del CEP de Jerez o Educamadrid. Puede que estas dos páginas incluyan apartados sobre Ciencias de la Naturaleza, pero no se nos lleva hasta ellas, parece esperarse que nosotros las descubramos. Ocurre igual con las búsquedas que ofrecen resultados de infantil, por ejemplo, a pesar de que te encuentres en el apartado de Secundaria. Uno llega a la conclusión de que tanta clasificación después no sirve de nada, que se trata de un lugar más preocupado por la taxonomía que por el usuario y que finalmente acaba olvidando los dos mirando su propio ombligo.

Que el lugar ofrezca a través del registro una serie de servicios comunitarios propios de la web 2.0, como bilioteca propia, comentarios, contacto con otros usuarios, etc. es una opción lógica que por ahora resultará estéril si no se mejora y amplía la colección.

Mucho ruido y pocas nueces, mucho ruido porque para alcanzar la interoperabilidad debe clasificar y reunificar en un complejo trabajo, y por el contrario, las nueces que se desprenden de este árbol son escasas y no mejores que las de otros directorios. Mucha tecnología avanzada para resultados retrasados; esperábamos otra cosa mientras que nos encontramos con un simple directorio de objetos digitales externos a los que pone la FGSR el copyright de su propia página.

Resulta desalentador que una institución del merecido prestigio de la FGSR, meta la pata con desarrollos como este, en los que la distancia entre lo que se promete y lo que se logra es simplemente un abismo. Convendría que replantearan algunos de los aspectos del desarrollo de esta pretenciosa y decepcionante Biblioteca Escolar Digital.


Y no te pierdas:

La biblioteca escolar digital.
Hacia la biblioteca escolar virtual.
Europeana ¿próximamente?
Biblioroll: toda la biblioteca en una mano.
Enradándonos con Touchgraph.

Wikillerato: libros de texto colaborativos


Aunque los blogs estén de moda, no cabe duda de que las wikis constituyen la forma web más adecuada en general a la educación. Wikillerato es una de ellas y presenta ya una serie de contenidos considerable organizados por asignaturas. Pueden como en toda wiki aportarse artículos escritos y subir archivos de todo tipo.
Un buen lugar para conseguir apuntes, para aportar los nuestros y para incluir también las aportaciones de los alumnos y alumnas. Un inmenso libro de texto, una especie de enciclopedia Álvarez colaborativa en la que profesores y alumnos pueden enseñar y aprender.


Y no te pierdas:

sábado, 25 de octubre de 2008

Regalamos paciencia (de nada)




Tu vida necesita la paciencia necesaria para ver este vídeo. Date un tiempo. Clic.

Proyecto Perroquet; vía: Mira y calla.


Y no te pierdas:

Cortometrajes en Cinecin.
Influencia de Star Wars en el cine y los juegos.
Una película sobre un club de lectura.
Tesoros cinematográficos de Europa.
Sexo, identidad y género en el cine.

Un cuento de Lovecraft sobre los gatos

The Cats of Ulthar
by H. P. Lovecraft
Written on June15, 1920
Published in November 1920 in The Tryout

Leer gratis le ha dedicado recientemente un artículo en el que analiza este breve relato de HP Lovecraft. El autor se centra en la distinta relación que los humanos guardan con estos animales: por un lado los amantes de los gatos, por otro, una minoría, un matrimonio que los odia y los hace desaparecer. No es extraño que los animales que más frecuentan la compañía humana sean también quienes más la sufren. Resulta curioso que en español tengamos la expresión "porque maté un gato, me llamaron matagatos" como si el hecho de matarlos fuera normal.
Aunque ponemos la versión original en inglés en el vídeo para que sigáis el texto de más abajo, también podéis leer la traducción al español de Ciudad Seva.


It is said that in Ulthar, which lies beyond the river Skai, no man may kill a cat; and this I can verily believe as I gaze upon him who sitteth purring before the fire. For the cat is cryptic, and close to strange things which men cannot see. He is the soul of antique Aegyptus, and bearer of tales from forgotten cities in Meroe and Ophir. He is the kin of the jungle’s lords, and heir to the secrets of hoary and sinister Africa. The Sphinx is his cousin, and he speaks her language; but he is more ancient than the Sphinx, and remembers that which she hath forgotten.
In Ulthar, before ever the burgesses forbade the killing of cats, there dwelt an old cotter and his wife who delighted to trap and slay the cats of their neighbors. Why they did this I know not; save that many hate the voice of the cat in the night, and take it ill that cats should run stealthily about yards and gardens at twilight. But whatever the reason, this old man and woman took pleasure in trapping and slaying every cat which came near to their hovel; and from some of the sounds heard after dark, many villagers fancied that the manner of slaying was exceedingly peculiar. But the villagers did not discuss such things with the old man and his wife; because of the habitual expression on the withered faces of the two, and because their cottage was so small and so darkly hidden under spreading oaks at the back of a neglected yard. In truth, much as the owners of cats hated these odd folk, they feared them more; and instead of berating them as brutal assassins, merely took care that no cherished pet or mouser should stray toward the remote hovel under the dark trees. When through some unavoidable oversight a cat was missed, and sounds heard after dark, the loser would lament impotently; or console himself by thanking Fate that it was not one of his children who had thus vanished. For the people of Ulthar were simple, and knew not whence it is all cats first came.
One day a caravan of strange wanderers from the South entered the narrow cobbled streets of Ulthar. Dark wanderers they were, and unlike the other roving folk who passed through the village twice every year. In the market-place they told fortunes for silver, and bought gay beads from the merchants. What was the land of these wanderers none could tell; but it was seen that they were given to strange prayers, and that they had painted on the sides of their wagons strange figures with human bodies and the heads of cats, hawks, rams and lions. And the leader of the caravan wore a headdress with two horns and a curious disk betwixt the horns.
There was in this singular caravan a little boy with no father or mother, but only a tiny black kitten to cherish. The plague had not been kind to him, yet had left him this small furry thing to mitigate his sorrow; and when one is very young, one can find great relief in the lively antics of a black kitten. So the boy whom the dark people called Menes smiled more often than he wept as he sat playing with his graceful kitten on the steps of an oddly painted wagon.
On the third morning of the wanderers’ stay in Ulthar, Menes could not find his kitten; and as he sobbed aloud in the market-place certain villagers told him of the old man and his wife, and of sounds heard in the night. And when he heard these things his sobbing gave place to meditation, and finally to prayer. He stretched out his arms toward the sun and prayed in a tongue no villager could understand; though indeed the villagers did not try very hard to understand, since their attention was mostly taken up by the sky and the odd shapes the clouds were assuming. It was very peculiar, but as the little boy uttered his petition there seemed to form overhead the shadowy, nebulous figures of exotic things; of hybrid creatures crowned with horn-flanked disks. Nature is full of such illusions to impress the imaginative.
That night the wanderers left Ulthar, and were never seen again. And the householders were troubled when they noticed that in all the village there was not a cat to be found. From each hearth the familiar cat had vanished; cats large and small, black, grey, striped, yellow and white. Old Kranon, the burgomaster, swore that the dark folk had taken the cats away in revenge for the killing of Menes’ kitten; and cursed the caravan and the little boy. But Nith, the lean notary, declared that the old cotter and his wife were more likely persons to suspect; for their hatred of cats was notorious and increasingly bold. Still, no one durst complain to the sinister couple; even when little Atal, the innkeeper’s son, vowed that he had at twilight seen all the cats of Ulthar in that accursed yard under the trees, pacing very slowly and solemnly in a circle around the cottage, two abreast, as if in performance of some unheard-of rite of beasts. The villagers did not know how much to believe from so small a boy; and though they feared that the evil pair had charmed the cats to their death, they preferred not to chide the old cotter till they met him outside his dark and repellent yard.
So Ulthar went to sleep in vain anger; and when the people awakened at dawn—behold! every cat was back at his accustomed hearth! Large and small, black, grey, striped, yellow and white, none was missing. Very sleek and fat did the cats appear, and sonorous with purring content. The citizens talked with one another of the affair, and marveled not a little. Old Kranon again insisted that it was the dark folk who had taken them, since cats did not return alive from the cottage of the ancient man and his wife. But all agreed on one thing: that the refusal of all the cats to eat their portions of meat or drink their saucers of milk was exceedingly curious. And for two whole days the sleek, lazy cats of Ulthar would touch no food, but only doze by the fire or in the sun.
It was fully a week before the villagers noticed that no lights were appearing at dusk in the windows of the cottage under the trees. Then the lean Nith remarked that no one had seen the old man or his wife since the night the cats were away. In another week the burgomaster decided to overcome his fears and call at the strangely silent dwelling as a matter of duty, though in so doing he was careful to take with him Shang the blacksmith and Thul the cutter of stone as witnesses. And when they had broken down the frail door they found only this: two cleanly picked human skeletons on the earthen floor, and a number of singular beetles crawling in the shadowy corners.
There was subsequently much talk among the burgesses of Ulthar. Zath, the coroner, disputed at length with Nith, the lean notary; and Kranon and Shang and Thul were overwhelmed with questions. Even little Atal, the innkeeper’s son, was closely questioned and given a sweetmeat as reward. They talked of the old cotter and his wife, of the caravan of dark wanderers, of small Menes and his black kitten, of the prayer of Menes and of the sky during that prayer, of the doings of the cats on the night the caravan left, and of what was later found in the cottage under the dark trees in the repellent yard.
And in the end the burgesses passed that remarkable law which is told of by traders in Hatheg and discussed by travelers in Nir; namely, that in Ulthar no man may kill a cat.


Y no te pierdas:


El gato negro de Allan Poe.
¿Puede verse la poesía?
Futuro del libro: noticias de la resistencia.
Series de televisión en la Biblioteca.
Videocuento La bibliotecaria.

viernes, 24 de octubre de 2008

ALFIN y ALFAM


Fuente de vídeos: Para que sepan.

- Que sí, que estos nenes saben mucho de eso, que te buscan todo en internet.
- No te creas, eh. Que yo me pongo con ellos y me doy cuenta de que no ven tres en un burro.
- Anda ya.
- ¿Que no? Lo que yo te diga. ¿Tú te has puesto con ellos en el ordenador?
- Yo...no. Yo...pero, los veo. Y el otro día le dije a mi nena...
- Pues ponte, ponte. Ya verás.



La ALFIN en internet (Alfabetización informacional) no debe empezar sin la ALFAM (Alfabetización Familiar).


Y no te pierdas:

Internet no te olvida
.
El bucle virtual.
Una lectura digiamable.
Convierte tu blog en pdf.

jueves, 23 de octubre de 2008

Editor de trípticos y folletos


My Brochure Maker es un editor (visto en Webadictos) de trípticos y folletos que funciona en línea sin necesidad de registro.
Provee de sencillos temas de diseño en los que incluir la información que se desea bien como folleto o como tríptico. En este caso permite hacerlo con o sin forma postal para que sirva de envío de correo ordinario sin sobre.


Y para no quedarnos en la teoría hemos hecho una prueba para nuestra biblioteca.
Hala, a imprimir, a doblar y a repartir.


Y no te pierdas:

Letterpop, un editor de revistas.
Anuncios animados en revistas de papel.
Revistas de diseño virtuales.
Revista juvenil gratuita.

Brisingr: ya falta poco



Brisingr, estamos ansiosos por leerte.



Pero habrá que esperar...poco.

¡Yo quiero iiiiiiiiiiir!

Persecuciones microscópicas.



En el cine, hay emocionantes persecuciones por la casa, por los terrenos aledaños y por las avenidas y carreteras, sin embargo, hoy traemos la película de una persecución microscópica (vía: Microsiervos)-lo que no le resta emoción- en la que un micrófago (glóbulo blanco) persigue a un estafilococo aureus (bacteria).
¿Lo alcanzará?


Y no te pierdas:

Por una cultura científica.
Anatomía en 3D
Todas las tablas periódicas del mundo.
La química es una verdadera fiesta.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Guía de libros dentro de los libros




Libros en los libros es una guía sobre libros en los que aparecen libros (gracias, revista Babar) hecha por A mano cultura para Club Kirico -el club de los libreros españoles deslumbrados por la literatura infantil y juvenil- y editada por CEGAL.
Así presentan ellos mismos esta guía.


Los libros, a veces, se hacen un homenaje a sí mismos convirtiéndose en los protagonistas de las narraciones. Los escritores, las palabras, las bibliotecas, los personajes más conocidos de los cuentos clásicos entran en las historias haciéndose los dueños y señores. Es como si los libros dijeran: ahora vamos a hablar de nosotros. De cómo nos hacemos, de quién nos escribe y nos ilustra, de los lectores que nos devoran, de quiénes nos cuidan y ordenan. Y también, a veces, juegan y deciden mezclar a los personajes de varios cuentos y colocarlos en otras historias para que los lectores nos sorprendamos y pensemos que todavía hay miles de historias por escribir y las mismas por leer y tengamos la seguridad de que las historias no se acabarán nunca"

Una guía impagable.
No lo olvides, consulta a tu librero, él sabe lo que es leer.


Y no te pierdas:

Recomendaciones de libros juveniles
.
Todo nazis.
Los libros de la muerte.
Guía de carreras universitarias.

Por qué el papel venció a la pantalla

La mayor fuerza del papel reside en el hecho de que la mente se asienta en un estado de tranquilidad apaciguada que da lugar a reflexiones más acertadas. Ese estado es mucho más difícil de lograr cuando se lee en formato digital donde la información es infinita y donde existen tantas actividades posibles en cualquier momento. En internet no hay ni principio ni fin.

[...] “Cuando uno lee un artículo en la pantalla, uno es consciente de que existe al mismo tiempo una gran cantidad de información al alcance de un solo click - desde el buzón personal hasta los últimos titulares de último momento, pasando por la cuenta bancaria o los miles de millones de vídeos en You Tube. Así es como, en vez de olvidarse de dichas posibilidades, uno está tratando de mantenerlas a raya en todo momento ante la pantalla.”

El hecho de que el papel se mantenga “desconectado del universo digital” no es un atributo negativo, es el “arma secreta” de los periódicos y merece ser tenida en cuenta".


Williams Power, en ¿El “arma secreta” de los periódicos en la era digital?
según resumen de José Antonio Millán.


Y no te pierdas:

Papel y tecnología.
La pantalla de papel.
Lector digital.
Una novela animada.
El libro conquista el espacio.
El bucle virtual.
El futuro pasa por MORPH.
Futuro del libro. noticias de la resistencia.

Escribe y come


Fuente de vídeo: Neatorama.

Las letras están para comérselas.

Continuidad de los parques de Cortázar

Volvemos con otro texto breve de Cortázar. Continuidad de los parques es un relato brevísimo perteneciente a Final de Juego, de 1956. En la historia quienes tienen continuidad son en realidad las historias que se mezclan o enredan. Aunque existen múltiples versiones con texto leído por el propio Cortázar, en esta ocasión proponemos el texto y luego una interpretación en imágenes.

CONTINUIDAD DE LOS PARQUES

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.

Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.


Texto de Biblioteca Digital Ciudad Seva

.

Naturalmente las imágenes no parece que puedan transmitir la esencia del relato en la que unos amantes planean un asesinato que resulta ser en realidad el del lector que está leyendo la novela en la que aparecen como personajes.
Esta mezcla de la ficción en la realidad lectora aparece igualmente en un corto al que ya nos referimos en otro artículo: incunable.

Y no te pierdas:

Bukowski en videotexto.
La inmiscusión terrupta de Cortázar en vídeo.
Texto en una libreta de Cortázar.
Edición ilustrada de Bukowski.
El aplastamiento de la gotas de Cortázar.
Amado Nervo en videotexto.

martes, 21 de octubre de 2008

Es hora de poesía




Es hora de embriagarse de poesía es una asociación, una página web, una revista y por supuesto un blog. Y aquí mostramos el último número de su revista para echar un vistazo a poemas de poetas de poesía de todos los versos y versiones. De todo; para emborracharse, vamos. Que es que ya no sé ni lo que digo; digo, ni lo que pongo. Bueno, eso.

Y no te pierdas:

Un poema para llorar.
¿La tristeza es bella?
Reivindicación del hexasílabo.
¿Puede verse la poesía?
Alas para la imaginación.
Perfopoesía.

Bibliotecas de libros

Fuente de foto: geekteca.
Las redundancias ya no son redundancias. Hay que hacer las aclaraciones pertinentes, porque las librerías ya no son lo que eran, ni las bibliotecas. Con tanto ordenador, mediateca, TIC, centro de recursos y cederrones, digitalización y compañía, las librerías no sólo venden libros ni las bibliotecas los prestan en exclusiva. Así que pronto habrá bibliotecas sin libros lo que hace pertinente el complemento supuestamente redundante.

¿Tu biblioteca es una biblioteca de libros o es de otro tipo?



Y no te pierdas:

Os presento mi biblioteca.
Biblioplaza.
Cómo acabar con los ratones de biblioteca.
Las bibliotecas al encuentro de los lectores.
El papel de la biblioteca pública en la promoción de la lectura entre los jóvenes.
Bibliotecas para imbéciles.

lunes, 20 de octubre de 2008

Historia de la comunicación humana


A breif History of communication from ljudbilden on Vimeo.
Fuente de vídeo: Neatorama.

Faltan algunas cosas, como el silbo gomero, pero bueno, no está mal.

Planetario en flash


Este planetario en flash (vía: Teleobjetivo) permite tener en tu pantalla una bóveda celeste desplazable simplemente arrrastrando, con zoom y con indicaciones diversas fijas o activadas al pasar el ratón. Permite elegir la situación de observación, añadir o eliminar informaciones superpuestas en la captura, buscar elementos, modo de pantalla completa y hasta comentarios. En fin, una herramienta versátil y disponible en línea fácil de utilizar en Astronomía.


Y no te pierdas:

domingo, 19 de octubre de 2008

El gato negro de Edgar Allan Poe

En alguna ocasión hemos hablado de la relación entre literatura e imagen. Hoy traemos la versión original literaria de El gato negro un breve cuento de Edgar Allan Poe, y su correspondiente en imágenes, realizada por un estudiante de comunicación visual. Interesa leer el texto primero y luego ver el vídeo para apreciar las peculiaridades de estas dos formas de comunicación y sus relaciones en una versión sencilla como esta.

El gato negro


No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño. Mañana voy a morir y quisiera aliviar hoy mi alma. Mi propósito inmediato consiste en poner de manifiesto, simple, sucintamente y sin comentarios, una serie de episodios domésticos. Las consecuencias de esos episodios me han aterrorizado, me han torturado y, por fin, me han destruido. Pero no intentaré explicarlos. Si para mí han sido horribles, para otros resultarán menos espantosos que barrocos. Más adelante, tal vez, aparecerá alguien cuya inteligencia reduzca mis fantasmas a lugares comunes; una inteligencia más serena, más lógica y mucho menos excitable que la mía, capaz de ver en las circunstancias que temerosamente describiré, una vulgar sucesión de causas y efectos naturales.

Desde la infancia me destaqué por la docilidad y bondad de mi carácter. La ternura que abrigaba mi corazón era tan grande que llegaba a convertirme en objeto de burla para mis compañeros. Me gustaban especialmente los animales, y mis padres me permitían tener una gran variedad. Pasaba a su lado la mayor parte del tiempo, y jamás me sentía más feliz que cuando les daba de comer y los acariciaba. Este rasgo de mi carácter creció conmigo y, cuando llegué a la virilidad, se convirtió en una de mis principales fuentes de placer. Aquellos que alguna vez han experimentado cariño hacia un perro fiel y sagaz no necesitan que me moleste en explicarles la naturaleza o la intensidad de la retribución que recibía. Hay algo en el generoso y abnegado amor de un animal que llega directamente al corazón de aquel que con frecuencia ha probado la falsa amistad y la frágil fidelidad del hombre.

Me casé joven y tuve la alegría de que mi esposa compartiera mis preferencias. Al observar mi gusto por los animales domésticos, no perdía oportunidad de procurarme los más agradables de entre ellos. Teníamos pájaros, peces de colores, un hermoso perro, conejos, un monito y un gato.

Este último era un animal de notable tamaño y hermosura, completamente negro y de una sagacidad asombrosa. Al referirse a su inteligencia, mi mujer, que en el fondo era no poco supersticiosa, aludía con frecuencia a la antigua creencia popular de que todos los gatos negros son brujas metamorfoseadas. No quiero decir que lo creyera seriamente, y sólo menciono la cosa porque acabo de recordarla.

Plutón -tal era el nombre del gato- se había convertido en mi favorito y mi camarada. Sólo yo le daba de comer y él me seguía por todas partes en casa. Me costaba mucho impedir que anduviera tras de mí en la calle.

Nuestra amistad duró así varios años, en el curso de los cuales (enrojezco al confesarlo) mi temperamento y mi carácter se alteraron radicalmente por culpa del demonio. Intemperancia. Día a día me fui volviendo más melancólico, irritable e indiferente hacia los sentimientos ajenos. Llegué, incluso, a hablar descomedidamente a mi mujer y terminé por infligirle violencias personales. Mis favoritos, claro está, sintieron igualmente el cambio de mi carácter. No sólo los descuidaba, sino que llegué a hacerles daño. Hacia Plutón, sin embargo, conservé suficiente consideración como para abstenerme de maltratarlo, cosa que hacía con los conejos, el mono y hasta el perro cuando, por casualidad o movidos por el afecto, se cruzaban en mi camino. Mi enfermedad, empero, se agravaba -pues, ¿qué enfermedad es comparable al alcohol?-, y finalmente el mismo Plutón, que ya estaba viejo y, por tanto, algo enojadizo, empezó a sufrir las consecuencias de mi mal humor.

Una noche en que volvía a casa completamente embriagado, después de una de mis correrías por la ciudad, me pareció que el gato evitaba mi presencia. Lo alcé en brazos, pero, asustado por mi violencia, me mordió ligeramente en la mano. Al punto se apoderó de mí una furia demoníaca y ya no supe lo que hacía. Fue como si la raíz de mi alma se separara de golpe de mi cuerpo; una maldad más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser. Sacando del bolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí mientras sujetaba al pobre animal por el pescuezo y, deliberadamente, le hice saltar un ojo. Enrojezco, me abraso, tiemblo mientras escribo tan condenable atrocidad.

Cuando la razón retornó con la mañana, cuando hube disipado en el sueño los vapores de la orgía nocturna, sentí que el horror se mezclaba con el remordimiento ante el crimen cometido; pero mi sentimiento era débil y ambiguo, no alcanzaba a interesar al alma. Una vez más me hundí en los excesos y muy pronto ahogué en vino los recuerdos de lo sucedido.

El gato, entretanto, mejoraba poco a poco. Cierto que la órbita donde faltaba el ojo presentaba un horrible aspecto, pero el animal no parecía sufrir ya. Se paseaba, como de costumbre, por la casa, aunque, como es de imaginar, huía aterrorizado al verme. Me quedaba aún bastante de mi antigua manera de ser para sentirme agraviado por la evidente antipatía de un animal que alguna vez me había querido tanto. Pero ese sentimiento no tardó en ceder paso a la irritación. Y entonces, para mi caída final e irrevocable, se presentó el espíritu de la perversidad. La filosofía no tiene en cuenta a este espíritu; y, sin embargo, tan seguro estoy de que mi alma existe como de que la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano, una de las facultades primarias indivisibles, uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre. ¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien veces en momentos en que cometía una acción tonta o malvada por la simple razón de que no debía cometerla? ¿No hay en nosotros una tendencia permanente, que enfrenta descaradamente al buen sentido, una tendencia a transgredir lo que constituye la Ley por el solo hecho de serlo? Este espíritu de perversidad se presentó, como he dicho, en mi caída final. Y el insondable anhelo que tenía mi alma de vejarse a sí misma, de violentar su propia naturaleza, de hacer mal por el mal mismo, me incitó a continuar y, finalmente, a consumar el suplicio que había infligido a la inocente bestia. Una mañana, obrando a sangre fría, le pasé un lazo por el pescuezo y lo ahorqué en la rama de un árbol; lo ahorqué mientras las lágrimas manaban de mis ojos y el más amargo remordimiento me apretaba el corazón; lo ahorqué porque recordaba que me había querido y porque estaba seguro de que no me había dado motivo para matarlo; lo ahorqué porque sabía que, al hacerlo, cometía un pecado, un pecado mortal que comprometería mi alma hasta llevarla -si ello fuera posible- más allá del alcance de la infinita misericordia del Dios más misericordioso y más terrible.

La noche de aquel mismo día en que cometí tan cruel acción me despertaron gritos de: "¡Incendio!" Las cortinas de mi cama eran una llama viva y toda la casa estaba ardiendo. Con gran dificultad pudimos escapar de la conflagración mi mujer, un sirviente y yo. Todo quedó destruido. Mis bienes terrenales se perdieron y desde ese momento tuve que resignarme a la desesperanza.

No incurriré en la debilidad de establecer una relación de causa y efecto entre el desastre y mi criminal acción. Pero estoy detallando una cadena de hechos y no quiero dejar ningún eslabón incompleto. Al día siguiente del incendio acudí a visitar las ruinas. Salvo una, las paredes se habían desplomado. La que quedaba en pie era un tabique divisorio de poco espesor, situado en el centro de la casa, y contra el cual se apoyaba antes la cabecera de mi lecho. El enlucido había quedado a salvo de la acción del fuego, cosa que atribuí a su reciente aplicación. Una densa muchedumbre habíase reunido frente a la pared y varias personas parecían examinar parte de la misma con gran atención y detalle. Las palabras "¡extraño!, ¡curioso!" y otras similares excitaron mi curiosidad. Al aproximarme vi que en la blanca superficie, grabada como un bajorrelieve, aparecía la imagen de un gigantesco gato. El contorno tenía una nitidez verdaderamente maravillosa. Había una soga alrededor del pescuezo del animal.

Al descubrir esta aparición -ya que no podía considerarla otra cosa- me sentí dominado por el asombro y el terror. Pero la reflexión vino luego en mi ayuda. Recordé que había ahorcado al gato en un jardín contiguo a la casa. Al producirse la alarma del incendio, la multitud había invadido inmediatamente el jardín: alguien debió de cortar la soga y tirar al gato en mi habitación por la ventana abierta. Sin duda, habían tratado de despertarme en esa forma. Probablemente la caída de las paredes comprimió a la víctima de mi crueldad contra el enlucido recién aplicado, cuya cal, junto con la acción de las llamas y el amoniaco del cadáver, produjo la imagen que acababa de ver.

Si bien en esta forma quedó satisfecha mi razón, ya que no mi conciencia, sobre el extraño episodio, lo ocurrido impresionó profundamente mi imaginación. Durante muchos meses no pude librarme del fantasma del gato, y en todo ese tiempo dominó mi espíritu un sentimiento informe que se parecía, sin serlo, al remordimiento. Llegué al punto de lamentar la pérdida del animal y buscar, en los viles antros que habitualmente frecuentaba, algún otro de la misma especie y apariencia que pudiera ocupar su lugar.

Una noche en que, borracho a medias, me hallaba en una taberna más que infame, reclamó mi atención algo negro posado sobre uno de los enormes toneles de ginebra que constituían el principal moblaje del lugar. Durante algunos minutos había estado mirando dicho tonel y me sorprendió no haber advertido antes la presencia de la mancha negra en lo alto. Me aproximé y la toqué con la mano. Era un gato negro muy grande, tan grande como Plutón y absolutamente igual a éste, salvo un detalle. Plutón no tenía el menor pelo blanco en el cuerpo, mientras este gato mostraba una vasta aunque indefinida mancha blanca que le cubría casi todo el pecho.

Al sentirse acariciado se enderezó prontamente, ronroneando con fuerza, se frotó contra mi mano y pareció encantado de mis atenciones. Acababa, pues, de encontrar el animal que precisamente andaba buscando. De inmediato, propuse su compra al tabernero, pero me contestó que el animal no era suyo y que jamás lo había visto antes ni sabía nada de él.

Continué acariciando al gato y, cuando me disponía a volver a casa, el animal pareció dispuesto a acompañarme. Le permití que lo hiciera, deteniéndome una y otra vez para inclinarme y acariciarlo. Cuando estuvo en casa, se acostumbró a ella de inmediato y se convirtió en el gran favorito de mi mujer.

Por mi parte, pronto sentí nacer en mí una antipatía hacia aquel animal. Era exactamente lo contrario de lo que había anticipado, pero -sin que pueda decir cómo ni por qué- su marcado cariño por mí me disgustaba y me fatigaba. Gradualmente, el sentimiento de disgusto y fatiga creció hasta alcanzar la amargura del odio. Evitaba encontrarme con el animal; un resto de vergüenza y el recuerdo de mi crueldad de antaño me vedaban maltratarlo. Durante algunas semanas me abstuve de pegarle o de hacerlo víctima de cualquier violencia; pero gradualmente -muy gradualmente- llegué a mirarlo con inexpresable odio y a huir en silencio de su detestable presencia, como si fuera una emanación de la peste.

Lo que, sin duda, contribuyó a aumentar mi odio fue descubrir, a la mañana siguiente de haberlo traído a casa, que aquel gato, igual que Plutón, era tuerto. Esta circunstancia fue precisamente la que lo hizo más grato a mi mujer, quien, como ya dije, poseía en alto grado esos sentimientos humanitarios que alguna vez habían sido mi rasgo distintivo y la fuente de mis placeres más simples y más puros.

El cariño del gato por mí parecía aumentar en el mismo grado que mi aversión. Seguía mis pasos con una pertinencia que me costaría hacer entender al lector. Dondequiera que me sentara venía a ovillarse bajo mi silla o saltaba a mis rodillas, prodigándome sus odiosas caricias. Si echaba a caminar, se metía entre mis pies, amenazando con hacerme caer, o bien clavaba sus largas y afiladas uñas en mis ropas, para poder trepar hasta mi pecho. En esos momentos, aunque ansiaba aniquilarlo de un solo golpe, me sentía paralizado por el recuerdo de mi primer crimen, pero sobre todo -quiero confesarlo ahora mismo- por un espantoso temor al animal.

Aquel temor no era precisamente miedo de un mal físico y, sin embargo, me sería imposible definirlo de otra manera. Me siento casi avergonzado de reconocer, sí, aún en esta celda de criminales me siento casi avergonzado de reconocer que el terror, el espanto que aquel animal me inspiraba, era intensificado por una de las más insensatas quimeras que sería dado concebir. Más de una vez mi mujer me había llamado la atención sobre la forma de la mancha blanca de la cual ya he hablado, y que constituía la única diferencia entre el extraño animal y el que yo había matado. El lector recordará que esta mancha, aunque grande, me había parecido al principio de forma indefinida; pero gradualmente, de manera tan imperceptible que mi razón luchó durante largo tiempo por rechazarla como fantástica, la mancha fue asumiendo un contorno de rigurosa precisión. Representaba ahora algo que me estremezco al nombrar, y por ello odiaba, temía y hubiera querido librarme del monstruo si hubiese sido capaz de atreverme; representaba, digo, la imagen de una cosa atroz, siniestra..., ¡la imagen del patíbulo! ¡Oh lúgubre y terrible máquina del horror y del crimen, de la agonía y de la muerte!

Me sentí entonces más miserable que todas las miserias humanas. ¡Pensar que una bestia, cuyo semejante había yo destruido desdeñosamente, una bestia era capaz de producir tan insoportable angustia en un hombre creado a imagen y semejanza de Dios! ¡Ay, ni de día ni de noche pude ya gozar de la bendición del reposo! De día, aquella criatura no me dejaba un instante solo; de noche, despertaba hora a hora de los más horrorosos sueños, para sentir el ardiente aliento de la cosa en mi rostro y su terrible peso -pesadilla encarnada de la que no me era posible desprenderme- apoyado eternamente sobre mi corazón.

Bajo el agobio de tormentos semejantes, sucumbió en mí lo poco que me quedaba de bueno. Sólo los malos pensamientos disfrutaban ya de mi intimidad; los más tenebrosos, los más perversos pensamientos. La melancolía habitual de mi humor creció hasta convertirse en aborrecimiento de todo lo que me rodeaba y de la entera humanidad; y mi pobre mujer, que de nada se quejaba, llegó a ser la habitual y paciente víctima de los repentinos y frecuentes arrebatos de ciega cólera a que me abandonaba.

Cierto día, para cumplir una tarea doméstica, me acompañó al sótano de la vieja casa donde nuestra pobreza nos obligaba a vivir. El gato me siguió mientras bajaba la empinada escalera y estuvo a punto de tirarme cabeza abajo, lo cual me exasperó hasta la locura. Alzando un hacha y olvidando en mi rabia los pueriles temores que hasta entonces habían detenido mi mano, descargué un golpe que hubiera matado instantáneamente al animal de haberlo alcanzado. Pero la mano de mi mujer detuvo su trayectoria. Entonces, llevado por su intervención a una rabia más que demoníaca, me zafé de su abrazo y le hundí el hacha en la cabeza. Sin un solo quejido, cayó muerta a mis pies.

Cumplido este espantoso asesinato, me entregué al punto y con toda sangre fría a la tarea de ocultar el cadáver. Sabía que era imposible sacarlo de casa, tanto de día como de noche, sin correr el riesgo de que algún vecino me observara. Diversos proyectos cruzaron mi mente. Por un momento pensé en descuartizar el cuerpo y quemar los pedazos. Luego se me ocurrió cavar una tumba en el piso del sótano. Pensé también si no convenía arrojar el cuerpo al pozo del patio o meterlo en un cajón, como si se tratara de una mercadería común, y llamar a un mozo de cordel para que lo retirara de casa. Pero, al fin, di con lo que me pareció el mejor expediente y decidí emparedar el cadáver en el sótano, tal como se dice que los monjes de la Edad Media emparedaban a sus víctimas.

El sótano se adaptaba bien a este propósito. Sus muros eran de material poco resistente y estaban recién revocados con un mortero ordinario, que la humedad de la atmósfera no había dejado endurecer. Además, en una de las paredes se veía la saliencia de una falsa chimenea, la cual había sido rellenada y tratada de manera semejante al resto del sótano. Sin lugar a dudas, sería muy fácil sacar los ladrillos en esa parte, introducir el cadáver y tapar el agujero como antes, de manera que ninguna mirada pudiese descubrir algo sospechoso.

No me equivocaba en mis cálculos. Fácilmente saqué los ladrillos con ayuda de una palanca y, luego de colocar cuidadosamente el cuerpo contra la pared interna, lo mantuve en esa posición mientras aplicaba de nuevo la mampostería en su forma original. Después de procurarme argamasa, arena y cerda, preparé un enlucido que no se distinguía del anterior y revoqué cuidadosamente el nuevo enladrillado. Concluida la tarea, me sentí seguro de que todo estaba bien. La pared no mostraba la menor señal de haber sido tocada. Había barrido hasta el menor fragmento de material suelto. Miré en torno, triunfante, y me dije: "Aquí, por lo menos, no he trabajado en vano".

Mi paso siguiente consistió en buscar a la bestia causante de tanta desgracia, pues al final me había decidido a matarla. Si en aquel momento el gato hubiera surgido ante mí, su destino habría quedado sellado, pero, por lo visto, el astuto animal, alarmado por la violencia de mi primer acceso de cólera, se cuidaba de aparecer mientras no cambiara mi humor. Imposible describir o imaginar el profundo, el maravilloso alivio que la ausencia de la detestada criatura trajo a mi pecho. No se presentó aquella noche, y así, por primera vez desde su llegada a la casa, pude dormir profunda y tranquilamente; sí, pude dormir, aun con el peso del crimen sobre mi alma.

Pasaron el segundo y el tercer día y mi atormentador no volvía. Una vez más respiré como un hombre libre. ¡Aterrado, el monstruo había huido de casa para siempre! ¡Ya no volvería a contemplarlo! Gozaba de una suprema felicidad, y la culpa de mi negra acción me preocupaba muy poco. Se practicaron algunas averiguaciones, a las que no me costó mucho responder. Incluso hubo una perquisición en la casa; pero, naturalmente, no se descubrió nada. Mi tranquilidad futura me parecía asegurada.

Al cuarto día del asesinato, un grupo de policías se presentó inesperadamente y procedió a una nueva y rigurosa inspección. Convencido de que mi escondrijo era impenetrable, no sentí la más leve inquietud. Los oficiales me pidieron que los acompañara en su examen. No dejaron hueco ni rincón sin revisar. Al final, por tercera o cuarta vez, bajaron al sótano. Los seguí sin que me temblara un solo músculo. Mi corazón latía tranquilamente, como el de aquel que duerme en la inocencia. Me paseé de un lado al otro del sótano. Había cruzado los brazos sobre el pecho y andaba tranquilamente de aquí para allá. Los policías estaban completamente satisfechos y se disponían a marcharse. La alegría de mi corazón era demasiado grande para reprimirla. Ardía en deseos de decirles, por lo menos, una palabra como prueba de triunfo y confirmar doblemente mi inocencia.

-Caballeros -dije, por fin, cuando el grupo subía la escalera-, me alegro mucho de haber disipado sus sospechas. Les deseo felicidad y un poco más de cortesía. Dicho sea de paso, caballeros, esta casa está muy bien construida... (En mi frenético deseo de decir alguna cosa con naturalidad, casi no me daba cuenta de mis palabras). Repito que es una casa de excelente construcción. Estas paredes... ¿ya se marchan ustedes, caballeros?... tienen una gran solidez.

Y entonces, arrastrado por mis propias bravatas, golpeé fuertemente con el bastón que llevaba en la mano sobre la pared del enladrillado tras de la cual se hallaba el cadáver de la esposa de mi corazón.

¡Que Dios me proteja y me libre de las garras del archidemonio! Apenas había cesado el eco de mis golpes cuando una voz respondió desde dentro de la tumba. Un quejido, sordo y entrecortado al comienzo, semejante al sollozar de un niño, que luego creció rápidamente hasta convertirse en un largo, agudo y continuo alarido, anormal, como inhumano, un aullido, un clamor de lamentación, mitad de horror, mitad de triunfo, como sólo puede haber brotado en el infierno de la garganta de los condenados en su agonía y de los demonios exultantes en la condenación.

Hablar de lo que pensé en ese momento sería locura. Presa de vértigo, fui tambaleándome hasta la pared opuesta. Por un instante el grupo de hombres en la escalera quedó paralizado por el terror. Luego, una docena de robustos brazos atacaron la pared, que cayó de una pieza. El cadáver, ya muy corrompido y manchado de sangre coagulada, apareció de pie ante los ojos de los espectadores. Sobre su cabeza, con la roja boca abierta y el único ojo como de fuego, estaba agazapada la horrible bestia cuya astucia me había inducido al asesinato y cuya voz delatadora me entregaba al verdugo. ¡Había emparedado al monstruo en la tumba!



Texto extraido de Biblioteca Digital Ciudad Seva.



La semana que viene: más cuentos de gatos.


Y no te pierdas:


¿Puede verse la poesía?
Futuro del libro: noticias de la resistencia.
Series de televisión en la Biblioteca.
Videocuento La bibliotecaria.

sábado, 18 de octubre de 2008

Papel y tecnología


Fuente de vídeo: eCuaderno.

¿Quién ha dicho que las pantallas acabarán con el papel?



Y no te pierdas:

La pantalla de papel.
Lector digital.
Una novela animada.
El libro conquista el espacio.
El bucle virtual.
El futuro pasa por MORPH.
Futuro del libro. noticias de la resistencia.

Para nostálgicos y apocalípticos de la lectura



Comparando las dos fotos vemos claramente que leer (izquierda) excita menos áreas cerebrales que surfear por la red (derecha). El artículo (vía: Neatorama) viene a cuento de la polémica que Is Google Making Us Stupid? (¿Google nos vuelve tontos?) de Carr ha creado sobre si internet afecta a nuestra mente, a nuestra forma de leer, disolviendo la lectura profunda.
El estudio que mencionamos hoy de Gary Small de UCLA no es que diga todo lo contrario: simplemente afirma demostrar que el uso de internet previene enfermedades mentales de la senilidad. Mientras que leer afecta a áreas más restringidas a la única tarea lingüística, internet consigue involucrar más áreas y funciones.
Debería aclararse que eso de que involucre a más o menos áreas no le da por sí más o menos importancia. Recuerdo ahora un estudio -no podría citar la fuente, lo siento- en que se demostraba que el área para comprender un mensaje en lengua materna era considerablemente menor que la necesaria para comprender otro en lengua extranjera. No demuestra esto que debamos dejar de hablar en lengua materna y usar la extranjera, sino que la lengua materna genéticamente necesita de menor espacio y tiene un mayor automatismo que la extranjera.
Volviendo al estudio de UCLA, me interesa destacar que eso se produce en personas de edad y sobre todo porque tienen que tomar decisiones. Dicho de otra manera: leer normalmente supone la recreación de un significado, mientras que surfear implica más acción simultánea puesto que el lector debe decidir sobre el valor de lo que está leyendo para escoger esa página o pasar a otra. O sea, no es más que comprobar que la lectura en internet es más interactiva que en los libros porque siempre implica rastreo.
Como ya dije en otra parte, la comparación de internet y los libros es una comparación inapropiada desde el principio, ya que la lectura en internet y su propia naturaleza se asemeja más a la lectura de prensa (revistas, diarios) que a la de libros. Lo que llamamos comúnmente libro está hecho para ser leído entero (se cumpla o no), mientras que otras formas textuales constituyen más bien entornos de lectura en los que el lector se mueve de antemano con la consciencia de que jamás leerá la totalidad, lo que implica una selección y por tanto, una ejercitación de las partes del cerebro que se ocupan de ello.
Ciertamente, internet popularizará formas de lectura aceleradas propias de nuestro tiempo (como en la televisión) dando lugar a una lectura zapping o lectura de zapeo, sin embargo, también aportará por eso mismo una cierta gimnasia mental de lectura comparativa. ¿Ganará la humanidad algo en este cambio? Pues lo mismo que en otros cambios tecnológicos como la aparición del coche o de la calculadora.
Y no te pierdas:

viernes, 17 de octubre de 2008

Roger Chartier

Roger Chartier es un historiador de la lectura sobradamente conocido. En los últimos meses han circulado por internet entrevistas con motivo de sus conferencias o cursos. Clionauta ha traducido la entrevista que publicó La vie des idées en la que sintetiza algunas de sus ideas sobre el libro, su pasado y su presente.

Destacamos en sus respuestas:

1.Antes se distinguía el libro materialmente de otras formas de lectura, actualmente el objeto (reproductor de escritura digital) mezcla todo tipo de géneros discursivos, de forma que el objeto no es igual al tipo de texto.

2.Siguiendo a Certeau que cree que frente a la escritura que está fijada y perdura, la lectura es impredecible y efímera, comenta que ciertamernte el texto camina hacia la desestabilización.

3. Respecto a Google books cree que es un proyecto limitado por ser una empresa capitalista y limitarse casi totalmente al inglés. La biblioteca universal sería posible, lo que no cree aceptable es que la digitalización lleve a la destruccion del material en papel.

4. En etapas históricas que supusieran un hito, destaca la Edad Media con la extensión de la lectura silenciosa y la escritura por palabras y los siglos XVIII (extensión en cantidad) y XIX (extensión en calidad, con la aparición de lecturas mas plurales).

5. Sobre saber de lo que no se ha leído dice que es un fenómeno antiguo presente en el Quijote por ejemplo, siempre pasó esto -conocer libros por fragmentoso por otros medios como imágenes o representaciones o referencias- salvo que el impacto ahora es mayor por haber más tipos mediación.

6. Frente a lo que se pueda creer, hoy se lee más que nunca.


Y no te pierdas:

Entrevista exclusiva con el profesor Roger Chapiter.
Biblioroll. toda la biblioteca en una mano.
Hacia dónde va la lectura.
El libro conquista el espacio.
¿Futuro del libro o futuro del autor?
Una lectura digiamable.
Prohibir los libros.
Paleofuturo del libro.
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