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lunes, 28 de enero de 2008

Las guerras tienen mucho teatro

La guerra está presente en toda la literatura, pero si cabe, es en el teatro donde mejor se representa -tautología incluida- ya que para una visión crítica del belicismo no hay nada mejor que un género que se basa en el diálogo -toda una ironía-.

Grupo de Teatro Hypnos de nuestro IES en Lisistrata

Lisístrata, de Aristófanes, es un clásico entre los clásicos sobre la guerra. Es que en el fondo la guerra es de risa. Si no que se lo pregunten a estos pobres hombres que tienen que elegir entre hacer la guerra o hacer el amor: ¡los griegos clásicos inventaron ya el lema de los hippies! ¿Hay alguna duda sobre cuál es la elección correcta?

Francisco Nieva

Estos clásicos han sido imitados sin cesar. Y quien mejor lo ha hecho en este caso ha sido Francisco Nieva, que en su obra La Paz satiriza a todo bicho viviente y trascendente. Una verdadera tragicomedia moderna con coro, dioses, escarabajos peloteros, héroes y prostitutas.

No fue el único en el intento. Las guerras clásicas -Troya es Troya- han concentrado todas las lecturas: las guerras son siempre las mismas. Giraudoux vive el periodo de entreguerras europeo y ve en él un trasunto de guerras pasadas -La guerra de Troya no tendrá lugar-. Terminada la I Guerra Mundial, temía que se produjera la II, y a pesar de todo, tuvo lugar.

Es lógico que la gran guerra concite a todos los autores, europeos y etnocéntricos y por tanto, preocupados por sus propias guerras. Bertolt Brecht escribió varias obras sobre la guerra de la que huía. Aunque Madre coraje es la más conocida -muy lejos de lo que el tópico ha convertido hoy en una madre coraje-, destaca ¿Quién me compra el hierro?, obra breve, escrita en Suecia, en la que personifica a los países europeos criticando a cada cual su participación en la catástrofe nazi.



Pero al final, las guerras, sobre todo cuando no se viven, dan pena, y de pura pena, dan risa. Y eso es lo que refleja Arrabal en Pic-Nic, probablemente la obra más representada en centros de enseñanza, verdadera caricatura del belicismo: lo mejor del teatro del absurdo crítico con una guerra sin sentido.

Y no se han reído de la guerra sólo aquellos que la han vivido desde lejos. También quienes la han sufrido y han estado a punto de morir en ella, hicieron de la guerra su sustento. Gila ha sido sin duda el humorista de la guerra. Sus llamadas al enemigo y sus parodias de un ejército incompetente fueron repitiéndose a lo largo de los años. En esta versión, encontramos la actualización que llevó a Gila a unir su antigua actuación -que se produce al final- con referencias a la guerra de entonces: la I Guerra de Irak.



Día 30 de enero, día escolar de la Paz y la No violencia.

2 comentarios:

Elisa dijo...

Pic-Nic nunca falla, es una lectura que repito con todos los grupos y siempre gusta. Dentro de tu recopilación falta una de mis obras preferidas, la vi en teatro, con Verónica Forqué y José Luís Gómez y me emocionó su tremendo final. La versión cinematográfica, con Carmen Maura y Andrés Pajares, también está bien, pero no logra hacerme olvidar la primera. Se trata, por supuesto, de ¡Ay, Carmela!

Miguel Calvillo dijo...

Llevas razón. Yo también la vi representada y recuerdo su emoción. Queda añadida.Gracias, Elisa.

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