Las escaleras son consustanciales a la aglomeración de libros. Siempre ha sido necesaria para llegar a los estantes más altos, pero pocos habían pensado en la posibilidad de que la escalera fuera la propia estantería.
Fuente: Compradicción.
Sin embargo, a pesar de lo sorprendente de la imagen, no todo estaba inventado en la escalera librería. Faltaba la escalera con librería, una escalera, por ejemplo, para hacer las chapuzas del hogar mientras se tienen a mano todas las publicaciones de bricomanía.
Fuente: Vagabondage.
El caso es que la mayor parte de los inventos giran en torno a la comodidad del lector: llegar sin esfuerzo hasta el libro, sujetarlo adecuadamente en las situaciones más adversas. Esto último fue lo que mostramos con la papelera atril para el baño o la almohada para lectores. Ahora traemos más útiles para contextos hostiles al lector. Por ejemplo, leer recostado: ya no es problema con este cojín lector que sirve de atril moldeable (los libros tienen derecho también a su propio cojín).
Sin embargo, el entorno más hostil y que al lector más le cuesta dominar es la playa: cuerpos pasando que distraen la concentración, arena voladora en busca de ojos que fastidiar, pesado libro haciendo sombra sobre la piel sin broncear... Todo esto se acabó, por fin es posible leer cómodamente en la playa y bocabajo (¿o está durmiendo?).
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