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martes, 23 de octubre de 2007

Libros en papel cebolla

Cualquiera sabe llorar, es algo que hacemos sin instrucción académica. Sin embargo, a la hora de aprender a leer, conviene enseñar a llorar adecuadamente a los chicos y chicas.

Primero: todos deben saber llorar. Ser chico no es excusa, hay que llorar. Lo contrario se tendrá por síntoma de debilidad manifiesta.


Segundo: cada uno puede llorar con el libro que quiera. Los hay que han llorado con El Señor de los anillos o con Harry Potter. Llorar no depende del libro.


Tercero: cada persona puede elegir las veces que quiere llorar leyendo. Es obligatoria una vez en la vida. Menos se considera enfermizo: o las glándulas lacrimógenas no funcionan bien, o miente terriblemente cuando dice que te quiere. Estas personas no son de fiar: mucho cuidado.


Cuarto: ciertos libros vienen con un polvillo especial que al mover las hojas causa un moqueo ocasional y hasta un llanto persistente. Entre ellos se encuentran los siguientes títulos:


Marina de Carlos Ruiz Zafón, en la que aparece un padre enfermo, una hija cuidadora y un joven curioso, ¿pero quién de los tres muere al final?


Hermanos como amigos es una novela en la que dos hermanos comparten la afición al fútbol. Hay muchos hermanos que se pelean constantemente, pero cuando tienen un enemigo común -el desgraciado novio de su madre- forman una piña. ¿Quién será capaz de romperla? ¿Habéis llevado alguna vez flores al cementerio?



Muscha. Muscha. Muscha. Esta foto no es la foto del autor, no es la foto del actor, es la foto de Muscha. ¿Qué hiciste Muscha? Sabemos de los judíos que fueron perseguidos en la época de la Alemania nazi. ¿Y de los gitanos? Muscha era gitano. Sus padres rubios como el oro no pudieron protegerlo de la tragedia de su vida. Muscha. Joseph Muscha Mueller, ¡cuánta gente debería pedirte perdón!

Un anciano acudió a una emisora de radio a contar su experiencia durante la Segunda Guerra Mundial. La periodista que lo entrevistaba no pudo resistir la tentación: escribir la vida de Muscha, del niño que había sido. Muscha. Joseph Muscha Mueller, el niño de la foto. Ese, que sonríe, no sabemos por qué.

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¡PERO, ABUELA,

NO TE ENFADES!

ES QUE YA NO TE NECESITAMOS

1 comentario:

Daniel Marcos dijo...

No termino de entender lo de las abuelas...

Yo lloré con el sexto libro de Harry Potter, casi al final, no diré en qué momento exacto para no chafárselo a ninguno que aun no lo haya leido.

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