Esta es nuestra estrambótica reflexión después de leer el artículo en el que NYT anuncia que los negocios de libros y lector de Kindle estarán separados. Efectivamente, Jeff Bezos anuncia que su política próxima consistirá en separar el negocio del aparato lector (e-reader) del de la venta de libros (e-book). Saul Hansel, autor del artículo, compara esta situación con la de Apple con iPod (el dispositivo lector) y iTunes (los archivos por leer), avisando respecto a los problemas de rentabilidad de una dualidad empresarial de este tipo. Pero va más allá: compara Kindle con las empresas de telefonía móvil que casi regalan el teléfono para vivir de las llamadas. Jeff Bezos a punto está no de negarlo, sino de renegar(lo), cree que hay que ser claros: esto es lo que vale el dispositivo y punto, mejor que abaratarlo a base de compromisos posteriores de compra.
¿De verás no lo hará? Esto suena a Kindle gratis si compras diez libros en dos años (¿me he pasado con la oferta?). Ojo al futuro posible: los lectores se regalarán si te comprometes a comprar una serie de libros digitales en un tiempo (y a lo mejor los de papel también cuentan). ¿Los regalarán los del Círculo de Lectores?¿Los regalará el gobierno?¿Me los regalará la librería? Ahí puede estar la cosa: ¿para qué lo va a abaratar Bezos? Ya lo harán otros probablemente, que nos ofrecerán lectores de ebook a precios bajos o incluso gratis.
Tal vez fuera normal que al principio el modelo de negocio de Kindle fuera cerrado y sólido (nunca mejor dicho), pero ahora comprenden (o tal vez siempre lo han comprendido), que el mejor lector del mundo no puede cerrarse sobre sí mismo, ni la mejor librería digital del mundo puede hacerlo (si es eso lo que pretenden ser). Para empezar, era lógico asegurarse un buen dispositivo con un buen catálogo sin competencia, pero ahora que la competencia de dispositivos y de catálogos amenaza con aumentar extraordinariamente en todos sitios, no puede uno cerrarse , sino bifurcarse.
La frase final de Bezos sintetiza magníficamente una idea tal vez poco referida sobre las ventajas mercadotécnicas del libro digital: quiero un libro y lo tengo en 60 segundos. El triunfo de la prisa, de la velocidad -vivimos el siglo exprés- ha llegado definitivamente a la literatura, y probablemente lo ha hecho para quedarse: tendremos el último premio Planeta a la vez que se proclama el ganador (¿o lo tendremos antes?)
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